Crítica del intervencionismo: El mito de la tercera vía es una obra fundamental del economista austriaco Ludwig von Mises, publicada originalmente en 1926. Este libro es una recopilación de ensayos en los que Mises analiza y critica el intervencionismo estatal en la economía, una práctica que intenta combinar elementos del capitalismo y el socialismo. A través de su análisis, Mises argumenta que el intervencionismo no solo es ineficaz, sino que también es perjudicial para la economía y la sociedad.

El intervencionismo estatal no es un fenómeno nuevo. Desde la Edad Antigua, los gobiernos han intervenido en la economía para regular la producción y la distribución de recursos. Durante la Edad Media, el sistema feudal implicaba una fuerte intervención del monarca en la economía a través de los señores feudales. Con la llegada del capitalismo en el siglo XIX, el intervencionismo adoptó nuevas formas, como la implementación de políticas fiscales y monetarias para regular la economía

Ludwig von Mises es uno de los principales exponentes de la Escuela Austriaca de Economía, una corriente de pensamiento que defiende el libre mercado y critica la intervención estatal. Según esta escuela, el mercado libre es el mejor mecanismo para la asignación eficiente de recursos, y cualquier intervención estatal distorsiona las señales del mercado, llevando a una mala asignación de recursos y a una menor eficiencia económica.

Las principales ideas del libro son:

Intervencionismo como sistema dominante

Mises observa que el intervencionismo es el sistema económico predominante en la actualidad, adoptado tanto por la izquierda como por la derecha. Afirma que casi todos los que hablan o escriben sobre política económica son partidarios del intervencionismo. Mises señala que, aunque el intervencionismo es posible y de hecho es el sistema dominante, no es una solución viable a largo plazo. Este sistema, que intenta combinar elementos del capitalismo y el socialismo, resulta en una mezcla incompatible que no puede alcanzar los objetivos que se propone.

Mises argumenta que el intervencionismo produce una serie de efectos negativos no previstos ni deseados. Estos efectos incluyen la mala asignación de recursos, el impedimento a la expansión del conocimiento, el bloqueo de la innovación y el sacrificio de las libertades individuales. Además, el intervencionismo está inevitablemente ligado a la corrupción y al clientelismo, lo que pervierte la democracia y la eficiencia económica.

El autor también critica la idea de una «tercera vía» que combine elementos del capitalismo y el socialismo. Sostiene que esta «tercera vía» es un mito, ya que cualquier intervención estatal en la economía inevitablemente lleva a más intervenciones y, finalmente, al socialismo completo. Mises utiliza tanto evidencia histórica como teórica para demostrar que el intervencionismo no es sostenible a largo plazo. Argumenta que las políticas intervencionistas han fracasado repetidamente en alcanzar sus objetivos y han llevado a crisis económicas y sociales.

Mises concluye que el intervencionismo, aunque es el sistema dominante, es inherentemente defectuoso y no puede proporcionar una solución duradera a los problemas económicos y sociales. Su crítica se centra en la incapacidad del intervencionismo para lograr sus objetivos y en los efectos negativos que genera, lo que refuerza su argumento de que la única política económica viable es una de laissez-faire sin restricciones.

Fracaso del intervencionismo  

Ludwig von Mises argumenta que el intervencionismo no puede lograr los objetivos que sus promotores desean. Aunque puede obtener ciertos resultados inmediatos, produce efectos negativos no previstos ni deseados, cuya corrección exige nuevas intervenciones. Este proceso, según Mises, solo puede terminar en un sistema de completa propiedad pública. Mises sostiene que el intervencionismo, ya sea aplicado a la producción o a los precios, es incapaz de alcanzar los objetivos que la autoridad se propone con su intervención.

El autor explica que cada intervención estatal en la economía genera distorsiones que requieren nuevas intervenciones para corregir los problemas creados por las anteriores. Este ciclo de intervenciones sucesivas lleva a una creciente intervención estatal, que eventualmente culmina en un sistema de completa propiedad pública, es decir, el socialismo.

Mises también destaca varios efectos negativos específicos del intervencionismo:

  • Mala asignación de recursos: La intervención estatal distorsiona las señales del mercado, lo que resulta en una asignación ineficiente de recursos. Esto impide que los recursos se utilicen en sus usos más valiosos y productivos.
  • Impedimento a la expansión del conocimiento: Las intervenciones bloquean la innovación y la expansión del conocimiento, ya que las distorsiones en el mercado reducen los incentivos para la investigación y el desarrollo.
  • Sacrificio de libertades individuales: El intervencionismo sacrifica las libertades individuales, ya que el control estatal sobre la economía implica una mayor regulación y restricción de las actividades privadas. Esto lleva a una erosión de los derechos y libertades fundamentales.
  • Corrupción y clientelismo: Mises señala que el intervencionismo está inevitablemente ligado a la corrupción y al clientelismo. La intervención estatal crea oportunidades para que los funcionarios públicos y los grupos de interés se beneficien a expensas del bien común, lo que pervierte la democracia y la eficiencia económica.
  • Bloqueo de la innovación: Las intervenciones estatales tienden a bloquear la innovación al crear barreras para la entrada de nuevos competidores y al proteger a las empresas establecidas de la competencia. Esto reduce la dinámica del mercado y la capacidad de adaptación a nuevas tecnologías y métodos.

Mises concluye que el intervencionismo es inherentemente defectuoso y no puede proporcionar una solución duradera a los problemas económicos y sociales. Su crítica se centra en la incapacidad del intervencionismo para lograr sus objetivos y en los efectos negativos que genera, lo que refuerza su argumento de que la única política económica viable es una de laissez-faire sin restricciones.

Efectos negativos del intervencionismo

Mises detalla varios efectos negativos del intervencionismo estatal en la economía:

Mala asignación de recursos

El intervencionismo conduce a una mala asignación de recursos, impidiendo que el mercado funcione de manera eficiente. Mises argumenta que las intervenciones estatales distorsionan las señales de precios, que son fundamentales para la coordinación eficiente de la producción y el consumo en una economía de mercado.

Cuando el Estado interviene, ya sea mediante controles de precios, subsidios o regulaciones, altera los incentivos para los productores y consumidores, lo que resulta en una asignación ineficiente de los recursos. Esto no solo reduce la productividad general de la economía, sino que también puede llevar a escaseces y excesos en diferentes sectores, afectando negativamente el bienestar económico general.

Impedimento a la expansión del conocimiento

El intervencionismo bloquea la innovación y la expansión del conocimiento, ya que las intervenciones distorsionan los incentivos y las señales del mercado. Mises sostiene que la competencia en un mercado libre es un motor crucial para la innovación, ya que las empresas buscan constantemente mejorar sus productos y procesos para ganar ventaja competitiva.

Sin embargo, cuando el Estado interviene, crea barreras a la entrada y protege a las empresas establecidas de la competencia, lo que reduce los incentivos para innovar. Además, las regulaciones excesivas pueden sofocar la creatividad y la experimentación, limitando el progreso tecnológico y el desarrollo económico a largo plazo.

Sacrificio de libertades individuales

El intervencionismo sacrifica las libertades individuales, ya que el control estatal sobre la economía implica una mayor regulación y restricción de las actividades privadas. Mises argumenta que cada intervención estatal en la economía requiere una mayor supervisión y control por parte del gobierno, lo que inevitablemente lleva a una erosión de las libertades individuales.

Las personas y las empresas se ven obligadas a cumplir con una serie de regulaciones y directrices que limitan su capacidad para tomar decisiones autónomas. Este sacrificio de la libertad individual no solo afecta la eficiencia económica, sino que también tiene implicaciones profundas para los derechos y las libertades fundamentales de los ciudadanos.

Corrupción y Clientelismo

El intervencionismo está inevitablemente ligado a la corrupción y al clientelismo, lo que pervierte la democracia y la eficiencia económica. Mises señala que cuando el Estado tiene el poder de intervenir en la economía, crea oportunidades para que los funcionarios públicos y los grupos de interés se beneficien a expensas del bien común. La distribución de favores y recursos públicos a cambio de apoyo político se convierte en una práctica común, lo que lleva a un círculo vicioso de clientelismo y corrupción. Este fenómeno no solo socava la confianza pública en las instituciones democráticas, sino que también distorsiona la asignación de recursos y reduce la eficiencia económica. La corrupción y el clientelismo resultantes del intervencionismo perpetúan la desigualdad y la injusticia, afectando negativamente el desarrollo económico y social.

Mises concluye que el intervencionismo, aunque es el sistema dominante, es inherentemente defectuoso y no puede proporcionar una solución duradera a los problemas económicos y sociales. Su crítica se centra en la incapacidad del intervencionismo para lograr sus objetivos y en los efectos negativos que genera, lo que refuerza su argumento de que la única política económica viable es una de laissez-faire sin restricciones.

Crítica a la «Tercera Vía»

El autor critica la idea de una «tercera vía» que combine elementos del capitalismo y el socialismo. Sostiene que esta «tercera vía» es un mito, ya que cualquier intervención estatal en la economía inevitablemente lleva a más intervenciones y, finalmente, al socialismo completo. Mises argumenta que el intervencionismo, presentado como una solución intermedia que pretende conservar las ventajas del capitalismo mientras evita sus desventajas, es en realidad un camino hacia el socialismo. Este sistema, que se sitúa a medio camino entre el capitalismo y el socialismo, no puede sostenerse a largo plazo porque cada intervención estatal genera distorsiones en el mercado que requieren nuevas intervenciones para corregir los problemas creados por las anteriores.

Mises explica que el intervencionismo no es un sistema económico destinado a quedarse, sino un método para la transformación del capitalismo en socialismo mediante una serie de pasos sucesivos. Cada intervención estatal, aunque pueda parecer benigna o necesaria en el corto plazo, corrompe los derechos de propiedad privada y distorsiona las señales del mercado, lo que lleva a una espiral de intervenciones adicionales. Este proceso culmina en un sistema de completa propiedad pública, es decir, el socialismo.

Además, Mises destaca que el intervencionismo no puede alcanzar los objetivos que se propone. Aunque puede obtener ciertos resultados inmediatos, produce efectos negativos no previstos ni deseados, cuya corrección exige nuevas intervenciones. Este ciclo de intervenciones sucesivas no solo es ineficaz, sino que también es perjudicial para la economía y la sociedad en general. La intervención estatal, al intentar corregir las fallas del mercado, termina creando más problemas y llevando a una mayor ineficiencia y pérdida de libertades individuales.

Mises también señala que la idea de una «tercera vía» es popular entre aquellos que buscan una solución de compromiso entre el capitalismo y el socialismo, pero advierte que esta solución es ilusoria. La intervención estatal, aunque se presente como una forma de regular y controlar los excesos del capitalismo, en realidad socava los fundamentos mismos de una economía de mercado. Al restringir el libre intercambio y la competencia, el intervencionismo impide que el mercado funcione de manera eficiente y que los recursos se asignen de manera óptima.

Mises concluye que la «tercera vía» es un mito peligroso que no puede proporcionar una solución duradera a los problemas económicos y sociales. Su crítica se centra en la incapacidad del intervencionismo para lograr sus objetivos y en los efectos negativos que genera, lo que refuerza su argumento de que la única política económica viable es una de laissez-faire sin restricciones.

Evidencia histórica y teórica

Mises utiliza tanto evidencia histórica como teórica para demostrar que el intervencionismo no es sostenible a largo plazo. Argumenta que las políticas intervencionistas han fracasado repetidamente en alcanzar sus objetivos y han llevado a crisis económicas y sociales. Mises sostiene que la historia está llena de ejemplos donde la intervención estatal en la economía ha resultado en consecuencias desastrosas. Desde la hiperinflación en la República de Weimar hasta las crisis económicas en los países socialistas, Mises muestra cómo las políticas intervencionistas han fallado en proporcionar estabilidad y prosperidad.

Evidencia histórica

Mises analiza varios episodios históricos para ilustrar los efectos negativos del intervencionismo. Por ejemplo, examina la hiperinflación en Alemania durante la década de 1920, que fue en gran parte el resultado de políticas monetarias intervencionistas. La emisión excesiva de dinero por parte del gobierno alemán para financiar el gasto público llevó a una de las peores inflaciones de la historia, destruyendo el ahorro de la clase media y causando un colapso económico.

Otro ejemplo que Mises utiliza es la Gran Depresión de los años 30. Argumenta que esta crisis no fue causada por el capitalismo desregulado, como muchos creen, sino por la intervención estatal en el mercado. Las políticas de crédito fácil y la manipulación de las tasas de interés por parte de los bancos centrales crearon una burbuja económica que inevitablemente estalló, llevando a una depresión prolongada.

Evidencia teórica

Desde un punto de vista teórico, Mises desarrolla su crítica del intervencionismo basándose en la teoría económica de la Escuela Austriaca. Utiliza el concepto de «malinvestment» (mala inversión) para explicar cómo las intervenciones estatales distorsionan las señales del mercado, llevando a inversiones erróneas que no son sostenibles a largo plazo. Estas malas inversiones eventualmente deben ser corregidas, lo que resulta en recesiones y crisis económicas.

Mises también argumenta que el intervencionismo crea un ciclo vicioso de intervenciones. Cada intervención estatal genera problemas que requieren nuevas intervenciones para ser corregidos. Este ciclo no solo es ineficaz, sino que también lleva a una creciente centralización del poder y a la erosión de las libertades individuales. En última instancia, este proceso puede culminar en un sistema de completa propiedad pública, es decir, el socialismo.