Una de mis últimas lecturas ha sido ‘Universos Paralelos” de Michio Kaku. Libro bastante denso pero con una interesante intención didáctica para acercar “lo más extraño y excitante de la física contemporánea” al público general. Kaku hace un recorrido por la cosmología, los viajes en el tiempo, los universos paralelos procedentes de la física cuántica, etc.
Del alud de conocimiento que se desprende del trabajo de Kaku, me quedo con algunos detalles que me parecen relevantes. Más allá de dogmas religiosos y supersticiones, el estado actual de la tecnología nos ha permitido obtener datos fidedignos sobre “la naturaleza del universo, incluyendo su edad, composición y quizás incluso su futuro y su muerte final”, así como tomar conciencia de la rareza de las condiciones de vida que se dan en nuestro planeta.
La humanidad es una anécdota extraña en el cosmos. De hecho, para entender hasta qué punto somos, nuestro planeta y la humanidad, fruto de un accidente, el autor cita al astrónomo Hugh Ross y una cruda metáfora para ilustrarlo: “es como si el complejo montaje de un Boeing 747 fuera el resultado de un tornado sobre una chatarrería”. Nuestra existencia es sólo un instante en la escala temporal del cosmos… Un duro revés para el principio antrópico.
Dentro de una eventual escala antropocéntrica de nuestra civilización, todavía somos una civilización primitiva. Para entender –a modo de especulación- la tecnología de las civilizaciones que se encuentran miles de millones de años luz por delante de nosotros, los físicos tienen una clasificación según el consumo de energía y las leyes de la termodinámica.
De las tres civilizaciones estaríamos acercándonos a la primera, en concreto estaríamos en el momento 0,7 en la siguiente escala de civilizaciones:
- Civilización I: ha aprovechado todas las formas planetarias de energía. Es capaz de usar toda la energía solar que llega al planeta. Puede controlar y modificar el clima o construir ciudades en el océano. Domina –con el inteligencia- el planeta
- Civilización II: ha agotado la energía de su planeta y ha aprovechado la energía de una estrella entera…
- Civilización III: ha agotado la energía de un solo sistema solar y ha colonizado grandes proporciones de su propia galaxia. Esta civilización puede usar la energía de 10.000 millones de estrellas.
Entre 100 y 200 años es lo que estima el autor que podemos tardar en alcanzar el status de “civilización I”, pero esta transición del tipo 0 al tipo I está en riesgo. Deberíamos ser capaces de alcanzar una era de paz y prosperidad, pero las fuerzas de la entropía (efecto invernadero, guerras, fundamentalismos, contaminación,..) todavía pueden destruirnos.
El astrónomo Sir Martin Rees concede a la humanidad el 50% de posibilidades de conseguirlo. Por tanto, la generación que vive ahora puede ser la más importante que haya habido jamás en la Tierra. De ella depende la transición definitiva o no. “Por primera vez en la historia humana poseemos tanto los medios para destruir toda la vida en la Tierra como para alcanzar el paraíso en el planeta”.
Aunque la ciencia fuera capaz de plantear una ecuación para “describir todo el universo de una manera ordenada y armoniosa”, “no embelesará a las masas ni enriquecerá a sus vidas espirituales”. Por esta razón, una vez confirmado que escudriñando el cosmos no encontraremos el sentido a nuestra existencia, Kaku propone que “el significado real de la vida es que nosotros creamos nuestro propio significado”.
La generación actual tiene suficientes elementos para darle sentido a todo, que Kaku concreta en:
- “El derecho a aplicar el talento con el que nacemos” y evitar “que se atrofie o pudra”
- “Dejar de maldecir el destino”
- “Aceptarnos a nosotros mismos como somos e intentar satisfacer los sueños que entren dentro de nuestras posibilidades”
- y que –sobretodo- “deberíamos intentar que el mundo fuera un lugar mejor del que encontramos al llegar”
Aunque muy insignificantes, somos una generación decisiva.