El alejamiento de los políticos de la realidad de los ciudadanos es un hecho constatado. Soy de los que piensan que su pérdida de soberanía debería ser apuntalada en parte por los empresarios. Al fin y al cabo los empresarios son la fuerza motriz de nuestro futuro económico sostenible. Por tanto, sería de agradecer que empezaran a ejercer y compartir el liderazgo que tanto se ha reclamado de los políticos.
Los empresarios ya no tienen la etiqueta de “torturadores del siglo XIX” (‘La seducción de la empresa’) por más que los sindicatos se entesten en basar su supervivencia con ese tipo de proclamas anacrónicas.
Sigo muy a la distancia las evoluciones en las patronales y me deja estupefacto el inmovilismo beligerante. El aggiornamiento de la CEOE de Díaz Ferrán produce vergüenza ajena. Y la lista de posibles sucesores revoloteando a su alrededor, llenando páginas enteras en los medios tradicionales, no me producen ninguna confianza. Son gente que me parecen muy alejada de mis principios e intereses, pero que representan las esferas poderosas de la patronal.
Leo que las organizaciones como Fomento del Trabajo, CEOE, etc. están de elecciones. Veo sus responsables, incapaces de ceder el mando contra viento y marea. Y para mayor sorpresa, veo que las alternativas “renovadoras” son poco más de lo mismo.
Van pasando los años pero hay cosas que nunca cambian. Me sorprende que entre los miles de activistas que hemos convertido la red en nuestro sistema nervioso, incluidos pequeños y medianos empresarios, seamos incapaces de actuar, liderar o influenciar sobre esas estructuras con fuerte olor a naftalina del establishment decimonónico.
Somos hiperactivos en la red y alrededor de ella, pero continuamos alejados de las esferas de influencia del poder real. ¿Acaso estamos encerrados en nuestra propia endogamia? ¿Será una excusa que la industria generada a través o alrededor de la Red es “impercetible” en el PIB?
La Red pertenece al mundo real, pero deberíamos empezar a aprender a trascender más allá de ella. La Red es un poderosísimo nuevo territorio, cuyas capacidades futuras sólo imaginamos, pero mientras, van pasando los años y seguimos increíblemente lejos de la tramoya del poder real ¿Hasta cuando?