Hace casi dos años escribí Amanecer zulú 2.0, post basado en la historia (con novela y película) sobre la batalla de Isandhlwana entre el Reino Unido y el Reino Zulú. Una historia que narra a la perfección, la arrogancia y prepotencia de los oficiales británicos frente al poderío del multitudinario ejército zulú.
Por aquel entonces me imaginaba a la industria tradicional (discográficas, televisión, prensa, publicidad, etc.), que confiados en su hegemonía económica -cuando no oligopolio- estaban empeñados en luchar con unas reglas equivocadas en territorio “enemigo”. Los grupos tradicionales eran el “ejercicio británico” del siglo XXI. Con un campo de batalla como el actual, la propia naturaleza de ejército tradicional se convertía en su principal enemigo. Surgían valientes oficiales, algunos de ellos de noble linaje, que pusieron su inteligencia y valor al servicio de la “gloria imperial”, pero fue en balde. Se enfrentaban a una enemigo difuso, que se multiplicaba y se reinventaba permanentemente.
Desde que lo escribí han pasado muchas cosas. Hoy todavía hay más confusión y desconcierto. Nadie imaginaba que hacia el final de la batalla, el principal enemigo sería un eclipse solar (la crisis). Un hecho que atemorizó a los británicos y que fue interpretado por los zulúes como presagio de su victoria inminente.
Ahora que vuelve la luz del sol, el ambiente está presidido por una incipiente, pero lenta recuperación económica mientras el panorama del campo de batalla es dantesco.
Por el lado de los outsiders zulúes ha habido un elevado número de bajas. Algunos ilustres fracasos. Proyectos que han tenido que cerrar, algunos que se han reducido a lo mínimo imprescindible par subsistir y otros que han sido criogenizados a la espera de contar con los recursos económicos para su desarrollo.
En el lado del “ejército británico” el castigo ha sido muy severo. Hay graves secuelas, permanentes. Televisiones públicas que cambian su modelo de financiación, grupos de comunicación adelgazando sus estructuras a base de EREs, fusiones, absorciones, cierres, etc. La industria publicitaria agarrándose ferozmente a su gallina de los huevos de oro… que cada vez da menos y más pequeños.
Parece que algunos mandos del ejército británico lograron sobrevivir a la batalla. Ahora sacan pecho ufanos de su hazaña. Lo venden como una victoria y la están rentabilizando. Algunos lucharon, pero otros simplemente hicieron trampas. En lo más cruento de la batalla encontraron la forma de esconderse o escapar.
La historia no se acaba aquí. Hoy el número de zulús es mayor y creciendo. Incluso algunos soldados del ejército británico (y algún mando) se han pasado al lado zulú. Se esfuerzan, pero les cuesta adaptarse. Es fácil identificarlos. Aunque vayan perfectamente caracterizados, nunca se acostumbrarán a correr descalzos y su estómago no está acostumbrado a los hábitos locales. Eso los delata. Otros, desde la city, siguen hablando con menosprecio de los zulúes. Para ellos del Reino Zulú no se puede esperar nada bueno… Nunca cambiarán.