En un época en la que estamos expuestos a teorías de todo tipo se agradece una guía para conocer y entender lo que le espera a la humanidad en el futuro. Ese es el propósito de Peligros cósmicos, el incierto futuro de la humanidad, de David Barrado Navascués. El autor es doctor en Física y actualmente es director científico de la Unidad Maria de Maeztu Centro de Astrobiología y compagina sus tareas como astrofísico con la divulgación.
La estructura del libro está muy pensada y sin faltar a la rigurosidad científica nos muestra el devenir del pensamiento en relación con lo que el hombre ha visto en el cielo.
El primer capítulo seduce con esa combinación de historia argumentada donde, sin ser un propósito evidente, se desmonta la credibilidad de religiones dando paso al pensamiento crítico y el método científico. Siguiendo con la lectura, apta para profanos y entendidos, siempre encuentras un relato bien hilado que nos explica de dónde venimos y hacia dónde nos podemos dirigir.
“Desde los diferentes ciclos mitológico hasta los últimos resultados científicos, analiza un recorrido por los múltiples peligros cósmicos que acechan a la Tierra”.
Ni catastrofismo ni alarmismo
El propósito del libro no es ni catastrofista ni alarmista, pero hay que ser consciente de las amenazas que se ciernen sobre la humanidad. Algunas podrían “acontecer hoy mismo, sin previo aviso” advierte el autor. Otros, en cambio, tienen una reducida probabilidad de ocurrir o la escala temporal es tan extraordinariamente larga que ninguno de nosotros los sufrirá (millones de años). Hay una tercera categoría, que el autor denomina “peligros ignotos” son aquellos que incluyen una gran incertidumbre (como el propio desarrollo tecnológico acelerado…).
Lo que sí queda claro “es la extraordinaria fragilidad de nuestra civilización y los perennes que son nuestros productos culturales y nosotros mismos”.
El universo es un lugar complejo y hostil
El universo es un lugar complejo y hostil, lleno de peligros que el autor nos enumera a la luz de la ciencia. Describe todos aquellos fenómenos cósmicos que pueden afectarnos de forma drástica y decisiva y nos hace tomar conciencia de que la humanidad se enfrenta a un futuro inestable e incierto. Nuestra especie deberá afrontar unos desafíos, algunos de los cuales pueden ser frenados o minimizados por el ingenio humano y que requieren una respuesta preparada y colectiva para sobrevivir con éxito. A otros desafíos, que son la mayoría, no podemos enfrentarnos porque pertenecen a la misma dinámica evolutiva de la Tierra y el universo.
La Tierra no va a durar siempre
David Barrado abre el libro explicando cómo todas las culturas y civilizaciones que son o han sido a lo largo de la historia humana, tienen y han forjado sus propios mitos y leyendas sobre cómo fue el inicio y cómo será el final del mundo. Sobre el fin del mundo los vikingos tenían a su Ragnarök; los católicos el diluvio universal, en el pasado y el Apocalipsis, en el futuro; el Frashokereti de los mazdeístas enfrentará a las fuerzas del bien y el mal al final de los tiempos; el hinduismo cree que el diez Kalki vendrá sobre un caballo blanco para eliminar a la humanidad entera.
La mayoría de todas estas mitologías tienen en común la idea de que la humanidad va a desaparecer. Y en este sentido estas creencias no van equivocadas. Si algo es seguro, es que la Tierra no va a durar para siempre.
A continuación, el autor hace un repaso a toda una serie de fenómenos cósmicos que podrían poner fin a la vida en nuestro planeta.
Amenazas desde la propia Tierra
Por ejemplo, los peligros podrían proceder de la propia Tierra y del movimiento de las placas tectónicas al crear volcanes. El autor nos recuerda que durante el millón de años ha habido tres grandes erupciones volcánicas (el volcán Taupo, el Toba y la Caldera de Yellowsotne) fueron responsables de la muerte de buena parte de la vida el planeta y van a tener como consecuencia cambios radicales en el clima del planeta.
Hablando de cambio climático, el autor nos recuerda que hace 720 millones de años todo el planeta quedó cubierto por el hielo. A esta superglaciación le hemos metido el nombre de Tierra bola de nieve.
Pero los mismos movimientos tectónicos provocan terremotos, y con el tiempo causan cambios en las circulaciones de agua oceánica provocando períodos más cálidos o períodos glaciares. Muy peligroso sería la disminución o pérdida del campo magnético terrestre que nos protege de todo tipo de radiaciones cósmicas (recomendable la edición de José Mª Vaquero de ‘Teoría general del magnetismo terrestre’ de Carl Friedrich Gauss).
La amenaza del Sol, del sistema solar y más allá
Otros peligros pueden venir del Sol, donde, por ejemplo, una gran erupción solar podría lanzar al espacio grandes cantidades de materia que pueden meter en peligro nuestra vida, o derribar la red de satélites que orbitan la Tierra, la cual cosa afectaría de forma devastadora a nuestra sociedad tecnológica.
Del sistema solar pueden venir otras amenazas como el impacto de alguna estrella asesina o asteroide como la que en el pasado borró los dinosaurios de la superficie del planeta. También el acercamiento de alguna estrella puede perturbar la nube de Oort y lanzar una mortal lluvia de comillas en el interior del sistema solar.
De más allá del sistema solar estamos amenazados por las supernovas que, si explotaran lo suficientemente cerca de nosotros, podrían devastar nuestro planeta. O recibir la visita fugaz de un agujero negro errante que nos engullese.
Pandemias cósmicas
También sería letal la llegada de una pandemia de origen cósmico, o la llegada de alienígenas hostiles, aunque por el momento, no hemos sido capaces de detectar vida más allá de la Tierra (recomendable el excelente libro de ‘¿Estamos solos? En busca de otras vidas en el Cosmos’ de Carlos Briones). Lo cierto es que, con el paso del tiempo, el Sol y el resto del sistema solar irá envejeciendo. Los cambios de nuestra estrella provocarán que la atmósfera terrestre sea literalmente barrida e incluso que la Tierra sea devorada por el sol. Muchos años más tarde, la evolución del firmamento implicará la muerte térmica del mismo en una lenta agonía cósmica.
Conclusiones de Peligros Cósmicos
‘Peligros cósmicos, el incierto futuro de la humanidad’ es una magnífica lectura y excelente libro de libro de divulgación. No es un texto catastrofista pero sí inquietante. El final de Tierra es un evento previsto. La gran duda es cuál será la causa (hay muchas candidaturas) y, por supuesto, la cuestión clave es ‘cuando’.
Lo efímero de nuestra existencia lo resume el autor empleado la locución latina de «Sic transit gloria mundi» («Así pasa la gloria del mundo»). Lo que me me recuerda aquella sentencia de Konstantin Tsiolkovsky considerado como el ‘Padre de la Cosmonáutica’: “La Tierra es la cuna de la humanidad, pero no se puede vivir en una cuna para siempre”.
Todo ello solo son argumentos adicionales para justificar la exploración espacial y el positivo impacto para la humanidad.