Tal como se explica en
Wikipedia, la acción de la película se desarrolla en las antiguas colonias británicas de Sudáfrica. La primera parte gira en torno a la arrogancia suprema los oficiales de la Colonia del Cabo, quienes desean crear una vía de transporte cruzando el Imperio zulú, percibido como un atajo hacia la emergente y rica industria minera de la Colonia del Cabo.La segunda parte de la película se concentra en la invasión británica de la tierra zulú y en la consiguiente
batalla de Isandhlwana. El prepotente ejército británico ávido de lidiar una gran batalla con los zulúes y demostrar el poderío de su tecnología militar, no consiguieron tan ansiado enfrentamiento y acamparon en Isandlwana, un lugar en campo abierto, que no fortificaron, confiando en su armamento y organización superior, y aunque organizaron patrullas de reconocimiento que se encontraron con algunos zulúes, no fueron capaces de descubrir la magnitud de las tropas zulúes de las inmediacionesEl mando británico dividió su ejército y se dedicó a buscar los zulúes. Para acabar de empeorarlo dejó un batallón de infantería al cuidado del campamento bajo el mando de un administrador inexperto.
Mientras el mando británico estaba en campo abierto buscando el ejército zulú y hostigado por pequeñas partidas zulúes que lo alejaron del campamento, el ejército zulú, compuesto por unos 22.000 hombres, atacó el campamento británico. Los zulúes perdieron 3.000 hombres, pero 1.000 soldados británicos y 800 nativos que los acompañaban fueron aniquilados…De hecho, Isandlwana fue la primera derrota de los británicos en África.
Quizás pueda sonar a paranoia 2.0, pero la sensación que me quedó después de escuchar a algunos representantes de la industria tradicional (discográfica, televisión, prensa), es que, confiados en su hegemonía económica (cuando no oligopolio) están empeñados en luchar con unas reglas equivocadas en territorio “enemigo”.
Los grupos tradicionales se convierten en el “ejercicio británico” del siglo XXI. Con un campo de batalla como el actual, la propia naturaleza de ejército tradicional se convierte en su principal enemigo. No dudo que surgirán valientes oficiales que pondrán su inteligencia y valor al servicio de la “gloria imperial”, pero será en balde. Se enfrentan a una enemigo difuso, que se multiplica y se reinventa permanentemente.
Las reglas se han roto para siempre. La crisis actual sirve para algunos como excusa ideal, para otros sólo es un acelerador que regularizará un desequilibrio demasiado evidente. Escuchando a narradores como Chris Anderson, que con su clarividencia nos acercan a La larga cola, el freemium, el reto de generar Atención del consumidor, la importancia capital de gestionar la reputación digital… ¿a qué esperan?
La era 2.0 hace tiempo que empezó, se está desencadenando un cambio irreversible del cual sólo hemos visto el prólogo. Mientras, algunos todavía siguen empeñados en la persecución imposible de los zulúes.
¿Pronósticos?